Desde pequeña, el estudio fue la segunda pasión de María Patricia. Su primera -la que la llevó a estudiar medicina y a conseguir un doctorado en la prestigiosa Universidad Johns Hopkins- era, y sigue siendo, apoyar a su comunidad.
En Colombia, como en la mayor parte de América Latina, la equidad y el acceso a la educación son problemas estructurales que los gobiernos tratan de resolver, junto con otras demandas económicas y sociales. La mayor parte de su población se encuentra entre los 14 y 18 años, por lo que mantener a algo más de 11 millones de adolescentes en la escuela puede ser un gran desafío. El problema se agudiza en el ámbito universitario y aún más en los sectores de investigación, donde los recursos son escasos.
"Llegué a la ciencia motivada por el trabajo comunitario y de salud pública. Desde muy joven colaboré en acciones de apoyo a la comunidad en zonas alejadas de la ciudad de Cali. Allí aprendí cómo enfermedades como el dengue pueden ser devastadoras para las familias y me impresionó mucho... por eso quise estudiar medicina y, 30 años después, es lo que me mantiene laborando, ahora con el World Mosquito Program".
La doctora habla despacio y con calma, como si estuviera leyendo un cuento en el que la pequeña María Patricia crece hasta convertirse en la primera decana de una universidad muy importante de Colombia.
"El acceso a la educación superior en nuestros países es un privilegio. Cuando me presenté a la universidad para estudiar medicina, sólo un tercio del grupo estaba formado por mujeres, porque en el proceso de selección para la admisión algunos profesores afirmaban que una mujer médico sería, al final, una pérdida de tiempo, ya que al final se marchan a cuidar de sus hijos y maridos".
Sin embargo, esto ha cambiado con el tiempo, señala: "Durante mis estudios, recuerdo que mi profesora fue la doctora Elena Espinoza Restrepo, que fue la primera directora del Programa de Salud del Adulto y de promoción de la salud en la Organización Panamericana de la Salud. Para mí, ella fue un ejemplo de cómo una mujer puede marcar la diferencia en la educación especializada".
Gracias a su interés por la epidemiología y con una maestría en Salud Pública ya en su creciente currículum, fue invitada a realizar un curso de verano en la Universidad John Hopkins de Estados Unidos, donde posteriormente recibiría una beca para realizar su doctorado en epidemiología.
"Cuando regresé de Estados Unidos, promoví un doctorado en Salud Pública y Epidemiología y la creación de un grupo de investigación en epidemiología reconocido en el país por su excelencia. Logramos ambos retos y me convertí en la primera decana en 50 años de la Facultad Nacional de Salud Pública de Antioquia" comenta con orgullo.
Después de 30 años de servicio en la Universidad, se retiró, no para quedarse en casa, sino para convertirse en consultora independiente en áreas de investigación. Así llegó al proyecto del World Mosquito Program en Colombia, para monitorear la efectividad del método Wolbachia, desde una perspectiva epidemiológica.
"Trabajo muy estrechamente con el equipo de datos. Es crucial para el futuro del proyecto determinar la presencia de nuestros mosquitos con Wolbachia después de las liberaciones y mantener un seguimiento científico de su presencia durante los meses siguientes. El equipo del WMP está muy comprometido con la comunidad y se trata de un nuevo enfoque para luchar contra las enfermedades transmitidas por los mosquitos, una solución realmente innovadora."
"Cuando me enteré de lo que hacía el WMP, pensé que era algo muy novedoso: era una forma más ecosistémica de enfocar la situación de la salud pública. Pensar que un problema tan grande de salud pública en los centros urbanos podía abordarse desde una perspectiva ecológica, segura y sostenible, reconociendo que el hombre no es el centro de los seres vivos, que formamos parte de una delicada relación entre todos los seres vivos del planeta. Ha sido innovador y muy gratificante para mí".
Tener mujeres inspiradoras que se comprometen con la sociedad hizo que su ambición de educarse se sintiera más como una responsabilidad social ante la dificultad que se tiene para cursar grados superiores y de investigación en el país.
"Se van a cumplir 40 años desde que terminé mis estudios de medicina y, para mí, solidarizarme con el dolor de la gente no es una debilidad.... me empujó a estudiar y a buscar aprender más para ayudar a mi comunidad y es algo que siempre busco transmitir a todos mis alumnos y futuros científicos: estudiar mucho y aprovechar todas las oportunidades para ser mejores ciudadanos de este planeta."
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