Chikungunya: el dolor que permanece en El Salvador | El Salvador World Mosquito Program Ir al contenido principal
Familia de El Salvador

Fecha de publicación: 24 dic 2021 

Por: Jessica Jones

El cantón de Metalío, en el departamento de Sonsonate, El Salvador, se caracteriza por ser una zona muy turística debido a la variedad y belleza de sus playas. Es una visión sui generis: los visitantes que disfrutan de unas vacaciones contrastan con la pobreza de quienes viven en las zonas aledañas.

La Unidad de Salud se encuentra en el centro de Metalío. Sus habitantes aún recuerdan que fue en 2014 cuando escucharon por primera vez sobre la enfermedad chikungunya y cómo, en pocas semanas, miles se contagiaron. Allí trabaja Juanita, promotora de salud desde hace 35 años. Ella, como muchos otros, contrajo la enfermedad durante el brote.

"Aquí nunca habíamos padecido chikungunya. Así que, cuando empecé a sufrir dolores en los huesos y las articulaciones y fiebre, supe que no era normal, que tenía que ir al médico", explica Juanita.

"Cuando fui a consulta tuve que tirarme al suelo y arrastrarme para llegar al médico, porque el dolor en las piernas era insoportable".
Juanita
Promotor de la salud
Juanita

En junio de 2014, El Salvador se enfrentó a su primer brote del virus chikungunya. Una combinación de falta de recursos, educación y un entorno favorable a la cría de Aedes Aegypti mosquitos, el mosquito transmisor del virus, provocó una rápida propagación de la enfermedad entre los cantones del país. Al final, se registraron 167.000 casos, parte de ellos en el departamento de Sonsonate. Años después, la comunidad aún recuerda el dolor del brote.

Familiarizados con los brotes de dengue, los habitantes de Sonsonate improvisan con remedios caseros y empíricos. El uso de repelentes, mosquiteras o ropa que cubra la piel no siempre es posible, ni siquiera ahora.

El calor y la humedad en el ambiente son elevados y constantes desde primeras horas de la mañana. A la entrada de una choza se encuentra Rocío, promotora de salud voluntaria en la zona y madre soltera de cuatro hijos. Ella, al igual que Juanita, tuvo chikungunya.

"Ni siquiera sabía el nombre de la enfermedad... Empecé a sentirme mal, era muy duro, un dolor en los huesos que no me dejaba ponerme de pie, una fiebre que me impedía dormir y simplemente sentía que mi cuerpo se rompía."
Rocío
Promotor de Salud Voluntario
Silvia_El Salvador

Este acontecimiento marcó la vida de Rocío, que es el único sostén de su hogar. El virus afectó a su rendimiento laboral, ya que las secuelas del chikungunya impactaron en sus articulaciones, reduciendo su capacidad de trabajo.

En un momento crítico del brote de chikungunya, las organizaciones no gubernamentales, junto con el Ministerio de Salud, se organizaron para aplicar las Directrices Técnicas para la Prevención y el Control de la Fiebre Chikungunya (un documento emergente publicado por el MINSAL durante el brote), con la esperanza de detener el rápido avance de la enfermedad.

Para Juanita, el apoyo de las organizaciones coordinadas con el MINSAL fue clave, ya que la mayoría de las aldeas no contaban con los métodos de prevención idóneos para evitar contraer el virus. "Hicimos un esfuerzo conjunto: amplias campañas de fumigación, entrega de repelentes, mosquiteros y limpieza en la zona".

En 2021 se han notificado 64 casos sospechosos de chikungunya y cero muertes en el país, según el último boletín publicado por el Ministerio de Sanidad. Sin embargo, el peligro de una nueva oleada es posible, y los recursos para combatirla son limitados.

En busca de una forma sostenible, equitativa y a largo plazo de combatir las enfermedades transmitidas por el Aedes Aegypti mosquito, la World Mosquito Program está llegando a países donde el dengue, el Zika, la fiebre amarilla y el chikungunya están causando estragos en la población y el sistema sanitario.

Mediante el método Wolbachia las bacterias se introducen en los huevos de los mosquitos Aedes Aegypti. Al eclosionar, las bacterias lucharán contra el virus por las proteínas dentro del mosquito, reduciendo así la capacidad del virus para reproducirse y transmitirse a través de la picadura del mosquito. Además, parte de la solución se centra en la reproducción de los mosquitos: los que ya portan Wolbachia se reproducirán con mosquitos autóctonos, transmitiendo la bacteria y avanzando así en la protección contra estas enfermedades.

Sin embargo, mientras este tipo de procedimientos llegan a El Salvador, personas como don Manuel, quien debido a su avanzada edad se vio fuertemente afectado tras su convalecencia por chikungunya, intentan reforzar la prevención.

"Mientras tanto, tomo analgésicos para sentirme mejor y vigilo los mosquitos. El chikungunya es terrible... Yo lo sufrí y el dolor que causa es real".
Don Manuel
Residente en Sonsonate
Don Manuel
¿Quiere saber más sobre el World Mosquito Program y nuestro método sostenible y basado en la naturaleza Wolbachia ?